Villamalea es un municipio situado al norte de la comarca de La Manchuela albacetense, lindando con las provincias de Cuenca y de Valencia, de la que lo separa el río Cabriel.
Los vestigios arqueológicos encontrados en su término ofrecen la imagen de un territorio ya ocupado durante la Edad de Bronce y la época íbera.
Durante la dominación musulmana la mayoría de los territorios que hoy comprenden la comarca donde se inserta Villamalea, debían estar bastante despoblados (hay que exceptuar la zona del estrecho valle del Júcar). De cualquier forma, la actual denominación de Villamalea es originariamente árabe y significa “bonita”.
A principios del siglo XIII, Alfonso VIII de Castilla reconquista estos territorios, partiendo de Alarcón; en esta época la zona de Villamalea, debió pertenecer al pequeño distrito de Iniesta. Lo más probable es que la repoblación de estas tierras se efectuara con gentes procedentes de Alarcón, después de la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212) y de la conquista de Alcaraz, aunque la aplicación de los fueros de Cuenca y Alarcón fue fundamental para la repoblación cristiana de la zona.
Posteriormente, a partir del siglo XIV, estos territorios pertenecieron al Señorío o Marquesado de Villena, formando parte del estado de Jorquera.
El 31 de agosto de 1663 le fue concedido el privilegio de villa junto a Mahora, Navas de Jorquera, Cenizate, Valdeganga y Casas Ibáñez. Con esta situación alcanzó una cierta autonomía e independencia.
La mayor parte de estas tierras eran propiedad de dos familias: los Núñez de Haro y los Monteagudo, fundidos en una sola a mediados del siglo XVIII. Ambas familias efectuaron diferentes fundaciones y establecieron varias Capellanías en la Iglesia de San Juan de esta población. Entre las fundaciones cabe resaltar la establecida por una Comunidad de Beatas, seglar y sin votos, que se dedicó a la enseñanza de niñas y a la producción de alfombras y tapices en lana de colores, que alcanzó preponderancia y fama durante el final del siglo XVIII y todo el XIX. Esta tradición se ha perdido actualmente. De la existencia y la presencia de los Haro y Monteagudo aun quedaban, al final del siglo pasado, ruinas de un palacio, como asimismo, los telares y batanes. Por otra parte, el escudo de armas de la villa recoge esta situación.
Por otro lado, aún se conserva en bastante buen estado el centro del pueblo el edificio que en otro tiempo fuera Ermita de la Concepción, cuya fábrica es originaria de los comienzos del último tercio del siglo XVI.
Es digno mencionar, desde el punto de vista histórico, la vereda de los Serranos que pasaba y pasa por el límite del término de Villamalea con el de Cenizate. A principios del siglo XVIII, Villamalea y todos los pueblos de la zona de Casas Ibáñez pasaron a la provincia de Chinchilla que la dividía en 8 federaciones o cantones, con la capital de cada uno en Chinchilla, Albacete, Peñas de San Pedro, Socobos, Yecla, Hellín, Alcaraz y Jorquera respectivamente, insertándose en este último Villamalea. En el verano de 1823 desapareció esta provincia pasando a la situación anterior.
Es por Real Decreto de 30 de noviembre de 1833, cuando se crea la provincia de Albacete. Con esta situación el término municipal de Villamalea se incorpora al partido judicial de Casas Ibáñez.
Villamalea comprende terrenos pertenecientes a dos dominios geográficos claramente diferenciados. El sur del término es esencialmente llano y se encuentra casi totalmente cultivado, predominando los viñedos, además del cereal, almendro, etc. Sólo ocasionalmente persiste alguna pequeña zona de vegetación natural, destacando los pinares de pino doncel.
En cambio, el norte del municipio forma parte del valle del Cabriel, donde las pendientes han impedido en gran medida la puesta en cultivo de los terrenos, permitiendo la supervivencia de grandes extensiones de bosque mediterráneo.